UNIDAD DE FOTOTERAPIA

La unidad de fototerapia se dedica al tratamiento de diferentes enfermedades de la piel (psoriasis, dermatitis atópica, vitíligo, micosis fungoide, entre otras) a través de la radiación ultravioleta (UV). Dispone de distintos aparatos (una cabina de cuerpo entero, un aparato de medio cuerpo y 3 de manos-pies), que permiten tratar enfermedades con niveles de superficie corporal distintos. Está coordinado por un médico y un enfermero/a.

Las radiaciones ultravioletas poseen principalmente una acción antiinflamatoria. En nuestro centro se ofrecen dos tipos de radiaciones terapéuticas: UVA y UVB de banda estrecha. La radiación UVA alcanza zonas de la piel más profundas pero con una menor potencia, por lo que precisa ser administrada en combinación con un fármaco fotosensibilizante (es decir, que potencie el efecto de la radiación UVA): el psoraleno (Psoraleno + UVA=PUVA). Cuando se tratan enfermedades cutáneas extensas, el psoraleno se administra en pastillas (según el peso) 2 horas antes cada sesión, mientras que en erupciones localizadas (manos y pies) se administra en crema, sólo unos 15 minutos antes. La radiación UVB posee un efecto más superficial pero lo suficientemente potente y no precisa de ningún fármaco concomitante asociado.

Según el tipo de enfermedad, el tipo de lesiones y las características de cada paciente se realizará un tratamiento u otro. La dosis de radiación por sesión también depende del tipo de piel de cada paciente. Generalmente se administran entre 2 y 3 sesiones a la semana hasta un total aproximado de 15-20 sesiones. Ocasionalmente, puede combinarse con otros tratamientos tópicos o sistémicos con el objetivo de aumentar la eficacia. Durante el tratamiento, deben protegerse los ojos y la zona genital (en los hombres). En el caso del tratamiento con PUVA, después de la sesión y durante todo el día (las 8-12h posteriores a la sesión) debe evitarse la exposición al sol natural o artificial y protegerse los ojos con gafas de sol.

Los efectos secundarios son similares a los producidos por el sol. Ocasionalmente puede aparecer un enrojecimiento de la piel con sensación de quemazón, de intensidad variable, lo que obliga a diseñar, a menudo, pautas personalizadas. También suele desarrollarse una pigmentación cutánea similar al bronceado del verano y, a veces, sequedad cutánea, un hecho que obliga a utilizar cremas hidratantes. A largo plazo, puede desarrollarse un mayor fotoenvejecimiento cutáneo (arrugas, manchas) y, en algunos casos tras múltiples ciclos de tratamiento acumulado, puede existir un mayor riesgo de aparición de cáncer de piel.

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