La hidradenitis supurativa (HS) es una enfermedad crónica que se caracteriza por la aparición recurrente de nódulos, abscesos, fístulas y/o cicatrices en las áreas anatómicas donde existen glándulas sudoríparas apocrinas, esto es, las axilas, las zonas submamarias e intermamarias, las ingles y genitales externos, los glúteos y la zona perianal.
La enfermedad es conocida con otros nombres como hidrosadenitis supurativa, enfermedad de Verneuil, apocrinitis o acné inversa.
Suele iniciarse con la formación de nódulos duros, dolorosos, en las axilas e ingles (más frecuentemente, aunque puede iniciarse en cualquier localización). Estas lesiones, se pueden resolver espontáneamente en el plazo de 7-10 días, sin dejar cicatriz. Estas lesiones son ampliamente conocidas como “golondrinos”.
En algunos pacientes, la inflamación de los nódulos progresa, y se forma un absceso, que es una lesión eritematosa, más dolorosa, y que puede drenar material purulento de forma espontánea o tras la manipulación.
Puede existir una única lesión, varias en la misma localización, o en múltiples localizaciones. Cuando existen varias lesiones en una localización, las lesiones tienden a confluir e incluso a formar fístulas entre las mismas (puentes de conexión por dentro de la piel), suelen supurar espontáneamente y no tienen tendencia a la curación espontánea.
Cuando se forma uno o varios abscesos, o fístulas, suelen curar dejando una cicatriz.
En un mismo paciente pueden existir lesiones en distintos estados de evolución, en las diferentes localizaciones. Pueden existir épocas en que la enfermedad es muy activa que se alternan con fases de práctica inactividad. De esta manera, la periodicidad de los brotes es muy variable en cada paciente, y se desconocen los desencadenantes de los mismos. Es por este motivo que la enfermedad se considera crónica.
En algunas mujeres, los brotes coinciden con la menstruación. Los brotes se han relacionado también con la fricción (por ejemplo, en pacientes con obesidad después de ejercicio) y con dietas hiperglicémicas.
El principal síntoma de las lesiones es el dolor, intenso en la fase de nódulos y más intenso cuando aparece el absceso antes de que drene. El drenaje de los abscesos suele aliviar este síntoma.
Los pacientes sienten como molesto la supuración purulenta, que se presenta cuando los abscesos drenan, o bien cuando existen lesiones muy evolucionadas que forman fístulas, en las que la supuración puede durar mucho tiempo. La supuración suele ser maloliente, y los pacientes suelen usar gasas y apósitos cada día para absorber y curar las lesiones.
La afectación de la calidad de vida en el paciente con enfermedad moderada y severa ha sido valorada y se ha demostrado que la enfermedad tiene un impacto sustancial en parámetros objetivos como el Índice de Calidad de Vida en Dermatología (DLQI). En una evaluación realizada en un grupo de 251 pacientes suecos con HS el DLQI fue de 10 (rango 0-30; mediana de 9) , una cifra que indica un impacto grave. Las cifras de deterioro de la calidad de vida en pacientes con HS supera a otras enfermedades dermatológicas como la dermatitis atópica, la psoriasis leve, el acné o la alopecia .
Asociado a este deterioro los pacientes con HS moderada -grave, presentan puntuaciones más altas en las escalas de ansiedad y depresión. Un estudio reciente realizado en Alemania mostró que el 38,6% de los pacientes con HS cumplían criterios de depresión en comparación con sólo el 2,4% de los controles emparejados por edad, sexo e IMC.
Según estudios internacionales la prevalencia de HS se estima que varía del 1 al 4% de la población, según los diferentes estudios. La prevalencia real parece infraestimada ya que muchos pacientes no consultan por la enfermedad o bien no son adecuadamente diagnosticados.
Es de 3 a 4 veces más frecuente en mujeres que en hombres.
La enfermedad suele iniciarse de forma precoz después de la adolescencia, aunque hay casos excepcionales en pacientes prepúberes.
La enfermedad es más activa durante la tercera y cuarta décadas de la vida, y parece que su severidad disminuye con la edad, siendo excepcional en pacientes de edad avanzada.
La causa de la HS es desconocida. El evento primario en la HS es el taponamiento de la piel en la salida del vello/pelo (canal folicular). Dentro de la piel, asociado al canal folicular están las glándulas sebáceas y las glándulas sudoríparas. La oclusión del canal folicular condiciona una ruptura del mismo y la extrusión de sus contenidos, incluyendo las células de la piel, bacterias que viven asociadas al folículo, sebo, y los folículos pilosos en el tejido circundante, y aparece la respuesta inflamatoria característica de la HS, que conduce a la formación de nódulos y abscesos, que afectan a todas las estructuras asociadas al folículo.
Paralelamente a este acontecimiento, en los pacientes con HS, la respuesta inmunitaria que se produce en respuesta a la oclusión y ruptura folicular parece alterada, de manera que se produce una cascada de liberación de moléculas inadecuada, lo que conduce a una respuesta inflamatoria exagerada.
No es infrecuente la colonización de las lesiones por bacterias como el Staphylococcus aureus. Éstas se postulan como un evento secundario en la patogenia de la enfermedad y se ha desestimado el papel protagonista de las mismas en la etiología de la enfermedad.
Así, cada vez conocemos y nos acercamos más al verdadero origen de la HS. Inicialmente se postuló que se trataba de una infección; posteriormente una enfermedad de la glándula sudorípara apocrina; en la última década tomó protagonismo la oclusión del folículo piloso. Recientemente, se aboga por centrar la enfermedad en esta respuesta inflamatoria inadecuada a la oclusión folicular, y se engloba dentro de las enfermedades autoinflamatorias, es decir, los pacientes con HS producen respuestas inflamatorias exageradas frente a eventos comunes.
Los tres factores de riesgo más bien identificados para el desarrollo de HS son: el hábito tabáquico, la obesidad y la historia familiar de HS.
Las probabilidades de tener HS son 9,4 veces mayores entre fumadores activos (89%) que entre los no fumadores o ex-fumadores (11%). Además, el tabaquismo activo se asocia con presentar una enfermedad más severa.
Distintos estudios también relacionan la HS con la obesidad, y más concretamente con el índice de masa corporal (IMC). El riesgo de padecer HS se ha estimado que aumenta 1,12 veces, por cada unidad de aumento en el IMC. Recientemente, se ha identificado la relación de la HS con el síndrome metabólico (que incluye la obesidad del abdomen, la hipertensión arterial, la hiperglicemia y la alteración del perfil lipídico) y se sugiere que las anormalidades metabólicas pueden ser un factor contribuyente en el desarrollo de HS, particularmente en los pacientes más jóvenes.
Uno de cada tres pacientes con HS tienen algún familiar con la enfermedad. En algunas familias, se ha conseguido hallar el gen alterado implicado, y la herencia del mismo, aunque son casos excepcionales y en la práctica clínica no se realizan tales estudios. Parece que el hecho de tener antecedentes familiares a la enfermedad condiciona la aparición más precoz de los síntomas. La predisposición familiar parece que condicionaría la respuesta inmunitaria e inflamatoria aberrante en los pacientes con HS, igual que sucede en otras enfermedades autoinflamatorias.
En la mayoría de pacientes la enfermedad evoluciona a brotes, esto es, alternando períodos de inactividad con periodos de reactivación de las lesiones y los síntomas. El síntoma más frecuente cuando empieza el brote es la sensación de dolor intenso, sobretodo punzante, en las localizaciones características. Se empieza a palpar entonces un nódulo debajo de la piel, que frecuentemente en esta fase no es visible, aunque es doloroso (se palpa una estructura dura, tipo garbanzo, debajo de la piel). Si la inflamación evoluciona, el dolor se mantiene y se visualiza el nódulo: la piel aparece enrojecida y se palpa el nódulo bien delimitado. Su progresión hacia absceso va acompañada de aumento del dolor, aumento de la rojez de la piel, y el nódulo ya no se palpa tan bien delimitado. El absceso puede drenar material purulento espontáneamente o bien después de una incisión.
En algunos pacientes, especialmente con HS grave, aparecen fístulas; después de un brote con varias lesiones, se establecen puentes por debajo de la piel entre los abscesos, que drenan pus durante mucho tiempo. Estas lesiones al curar dejan cicatrices, que pueden simplemente ocasionar una molestia estética o bien comprometer la extensión del brazo, cuando suceden en la axila.
El diagnóstico se efectúa de forma clínica, en base a la aparición de las lesiones descritas en las localizaciones características, de forma recurrente.
En algunos casos, su médico puede solicitar pruebas complementarias, que variarán en función de los síntomas del paciente y si presenta comorbilidades. Estas pruebas pueden incluir la práctica de biopsias cutáneas, cultivos de exudado, pruebas de imagen (ecografías, resonancias magnéticas), estudios reumatológicos y digestivos.
La gravedad y extensión de la HS suelen valorarse al inicio y en algunas de las visitas sucesivas con su médico según el tratamiento y la evolución de la enfermedad.
En algunas ocasiones se puede recurrir al uso de imágenes fotográficas o de la ecografía cutánea.
A menudo los brotes pueden suceder en el tiempo entre visitas con su médico; es útil anotar la localización, duración, y evolución de cada una de las lesiones, para que cuando acuda a su médico pueda valorar las características de su caso. Puede optar por transmitirle la información a través de la aplicación que les ofrecemos, de manera que cuando acuda a su visita rutinaria su dermatólogo conocerá la evolución de su enfermedad.
Las escalas de valoración de la gravedad más comúnmente utilizadas son: la escala de Hurley y la de Sartorius
Escala de Hurley
El sistema Hurley describe tres estadios clínicos distintos:
Índice de Sartorius
Se obtiene un número resultado de la suma del número áreas anatómicas afectadas, el número y tipo de lesiones y la distancia entre lesiones de una región
Es adecuado acudir a su médico si padece los síntomas descritos para establecer el diagnóstico adecuado.
Si el paciente experimenta brotes, se deberá efectuar un seguimiento acorde a la severidad, extensión y periodicidad de los mismos.
Siempre es recomendable consultar si aparece un nódulo, y es imprescindible si aparecen abscesos, ya que éstos pueden evolucionar a cicatrices o fístulas de difícil tratamiento. El drenaje de los abscesos debe realizarse bajo supervisión médica que puede realizarse tanto en la consulta del médico de cabecera, en la consulta del dermatólogo o en el servicio de urgencias.
Se recomienda evitar los factores de riesgo que conocemos que empeoran la enfermedad.
Es adecuado dejar de fumar y reducir el sobrepeso, así como evitar las dietas hiperglicémicas. La actividad física moderada puede ser de ayuda. Consulte a su médico para adecuar los programas para estos fines.
Algunos anticonceptivos, a base de progesterona, pueden empeorar los síntomas, por lo que debe consultar con su médico las opciones anticonceptivas.
En algunos pacientes, la depilación con láser o luz pulsada ha disminuido los brotes de la enfermedad, así que puede ser una medida coadyuvante.Estos tratamientos actúan de forma beneficiosa por dos motivos: primeramente son tratamientos antiinflamatorios directos, y por otra parte al disminuir el calibre del folículo pilosebácea disminuyen el riesgo de oclusión folicular.
Puede evitar la fricción repetida sobre las localizaciones activas; evitar ropas ajustadas y ejercicio repetitivo intenso que comprometa las zonas afectas.
Cuando existan lesiones activas, debe evitar el uso de antitranspirantes y desodorantes que pueden irritar la piel y exacerbar los síntomas.
El tratamiento de la HS es complejo y varia en función de la severidad de la enfermedad y las características de cada paciente.
Disponemos de opciones médicas destinadas a bloquear algún paso de la evolución de la enfermedad
En algunas ocasiones, asociado a los tratamientos médicos o aisladamente, se opta por tratamientos quirúrgicos. La incisión y drenaje de los abscesos alivia los síntomas asociados a la inflamación, especialmente el dolor. Se puede optar por la exéresis de las lesiones en bloque, especialmente cuando existen fistulas, que tienen poca tendencia a la curación espontánea. En algunas ocasiones se procede a la exéresis amplia de las estructuras profundas de la piel de las localización afectadas, para resolver las lesiones inflamadas existentes y evitar la aparición de nuevas lesiones. Las heridas se dejan abiertas durante un tiempo variable y se espera a la cicatrización progresiva (se conoce como cierre por segunda intención).